Queridos camaradas de la Fracción Trotskista,

Escribimos esta carta a vuestra organización para recoger finalmente vuestra propuesta de debate y de comprobar un posible compromiso práctico común en la lucha de clases, así como fue formulada en el 2013 en vuestro “Manifiesto por un Movimiento por una Internacional de la Revolución Socialista (Quarta Internacional)” y en la actualización de tal documento, publicado pocas semanas atrás.

Como ya saben, como consecuencia de nuestra batalla en el congreso y de fracción al interior del Partito Comunista dei Lavoratori (PCL), hemos luchado por la ruptura inmediata del aislamiento nacional al que estábamos  forzados después de la decadencia, el congelamiento y de hecho, la muerte política del CRCI (Coordinadora para la Refundación de la Cuarta Internacional), una “organización” internacional que no ha funcionado prácticamente nunca sobre la base del centralismo democrático, que no ha conquistado a la causa del marxismo revolucionario a ningún nuevo sector de vanguardia de clase en el mundo (habiendo en realidad perdido con el tiempo grupos enteros, limitándose en concreto a sus grupos nacionales en Argentina, Italia, Turquía, Grecia y a micro-grupos o individuos asociados), que han replicado en varias formas y medidas muchas taras de grupos protagonistas de la degeneración y disolución de la Cuarta Internacional como partido mundial de la revolución socialista –burocratismo, sectarismo, federalismo, nacional-trotskismo, eclecticismo teórico, laxitud organizativa–. En el horizonte limitado de la política italiana, hemos podido comprobar en la práctica la inevitabilidad del desarrollo de los límites y la degeneración política de una organización “trotskista” que no se da fundamentos políticos sólidos, que no hace descender de ellas un tipo de organización coherente, que no se desarrolla a partir de una política internacionalista y centralista democrática, no sólo evocada y augurada abstractamente. Uno de los síntomas más claros de tal involución ha sido la falta de respuesta a vuestro Manifiesto (que mencionaba al propio CRCI) y, ya antes, el rechazo a vuestro pedido de adhesión al proceso constituyente del MRCI (fase de agrupamiento que precedió al CRCI). El mismo PCL se comprometió en mayo de 2016 a dar una respuesta a vuestro Manifiesto, pero en cuanto hemos reclamado el cumplimiento de esta resolución y propuesto al partido tomar compromisos concretos inmediatos, para no posponer más una política internacionalista seria, se nos ha pedido de hecho liquidar nuestra fracción, culpándonos de querer actuar con una “política antiestatutaria” –en la realidad de la sustancia política, culpables solamente de dar una batalla abierta contra las posiciones y las reglas políticas profundamente erradas del grupo dirigente del PCL, un cuadro que es evidente a quienquiera lea los documentos aprobados por el IV Congreso del PCL y que conozca un mínimo su historia y su real actividad–.

Conscientes que los límites de años de militancia dentro de una organización con estos defectos no son eliminables con un chasquido de dedos, estamos convencidos plenamente en querer romper con actitudes sectarias y palabrerío obsoleto y, con mayor razón, en la situación de aislamiento nacional que heredamos de nuestra anterior militancia.

Como ya hemos argumentado en nuestro balance del IV Congreso del PCL, el estado de crisis orgánica internacional de la sociedad capitalista, la renovada actualidad de un escenario internacional de “guerra y revolución”, la continua revolución de los instrumentos de producción, de las relaciones sociales que está llevando a epocales y lacerantes contradicciones entre las capacidades económico-productivas y el progreso científico de una parte, y las relaciones de producción de la otra: todo esto pone al orden del día, y no como necesidad abstracta de un futuro indeterminado, la necesidad de una línea y una organización política internacional e internacionalista, con la capacidad de llevar adelante concretamente un agrupamiento de la vanguardia de clase mundial sobre bases revolucionarias marxistas.

Con mayor razón  pudiendo registrar los resultados de la tragedia del trotskismo “ortodoxo” del siglo pasado tal como la liquidación de hecho del Secretariado Unificado, comprometido en la participación directa en el ciclo mundial de gobiernos burgueses de “centroizquierda” (desde el Brasil de Lula a la Italia de Prodi) y responsable de la auto-liquidación de su sección principal, la LCR francesa, mediante la fundación del NPA, reproduciendo el ciclo ya empezado de fundación de partidos “de izquierda” en toda Europa, carentes de una estrategia revolucionaria, con el portavoz Besancenot que imaginaba un partido “guevarista, libertario, sindicalista, ecologista y feminista”, es decir un partido-coleccionista de revolucionarios, centristas y reformistas de izquierda, un laboratorio para una fusión políticamente suicida entre el marxismo y teorías pequeño-burguesas, anti-obreras de distintas orientaciones y procedencias.

Ante el naufragio del marxismo histórico y las operaciones de “retorno a Marx” realizadas por académicos y círculos intelectuales, todos con el fin de degradar la tradición marxista del movimiento obrero, se impone la urgencia extrema de una recuperación del patrimonio político del marxismo y su evolución a través de la historia de las Internacionales. Creemos fundamental la restauración del método marxista de construcción de la dirección política revolucionaria del movimiento obrero a partir del análisis científico del capitalismo, de las tareas estratégicas que derivan para la clase trabajadora y para los comunistas, de un programa y de una organización política que sigan estas premisas. Contra cualquier sectarismo “partidario” basado en contraposiciones de grupúsculos, de clanes, o sobre excomuniones por errores políticos históricos (errores, y no de degeneraciones políticas completas) o tácticos, incapaces de superar los límites propios y ajenos a través del debate y la polémica política: no nos interesa construir una organización que, hipotéticamente, en pleno 1917 habría negado el acceso a Lev Trotsky, o habría expulsado a Vladimir Lenin, en nombre de la misma supuesta “ortodoxia” no dialéctica y del “centralismo democrático” burocráticamente alterado y osificado. Así como no nos interesa un eclecticismo político que intente conciliar en el mismo partido a quien reivindique el programa y la degeneración contrarrevolucionaria del estalinismo y de las otras parodias del leninismo, sino que reivindique los fundamentos políticos, el programa y la obra de salvaguardia del bolchevismo realizada por la Cuarta Internacional en su fundación y antes de la victoria de los oportunistas en su interior. La Cuarta Internacional constituye para nosotros la continuidad histórica del marxismo revolucionario en la época de su negación, de su intento de destrucción por parte de la contrarrevolución mundial, el fascismo y el estalinismo. Un proyecto que no llegó nunca a asumir el estado de partido de vanguardia de la clase mundial (como lo fueron las precedentes Internacionales) y que por lo tanto queda todavía por retomar y desarrollar, manteniéndose válidas las premisas históricas generales de las que partió, y habiendo podido verificar mediante la prueba de los hechos como ningún otro proyecto político ha sido capaz de responder a la crisis de dirección revolucionaria de la clase obrera, de todos los explotados y los oprimidos. En este sentido, estamos convencidos que la continua producción de posiciones contrastantes con los intereses de la clase trabajadora, por parte de los varios sujetos de la “izquierda”, es la confirmación más clara de la posición de que el futuro pertenece en todas partes al bolchevismo, como sostuvo la gran revolucionaria Rosa Luxemburg, es decir, de no abandonar la herencia y las enseñanzas políticas de la Tercera y de la Cuarta Internacional.

Por lo tanto, es más actual que nunca la tarea de unir el marxismo y el movimiento obrero, o sea de elevar la conciencia política de la vanguardia de la clase mundial con el objetivo de recuperar y dominar el patrimonio del marxismo revolucionario, no como un saber académico, sino como un medio para saber dirigir y vencer en la lucha de clases contra la burguesía, instaurar el propio gobierno y encaminarse hacia la disolución de la sociedad dividida en clases y del Estado.

La necesaria utilidad del marxismo para las tareas prácticas, organizativas y estratégicas del proletariado mundial nos lleva a concordar con vosotros cuando afirmáis que “el agrupamiento revolucionario que necesitamos hoy, no se puede basar solo en sus principios generales, sino que debe ocurrir a partir de un acuerdo sobre las grandes cuestiones estratégicas que la crisis capitalista ha puesto en el debate de la izquierda mundial”, para evitar cualquier política de bloques sin principios acompañados de federalismo y oportunismo. Un método que, además, confrontándose sobre las cuestiones estratégicas que interesan directamente a la vanguardia de la clase, permite el agrupamiento sobre basas revolucionarias no formar un geriátrico para inválidos revolucionarios, sino un polo de atracción para cualquiera que luche contra la explotación y la opresión generados por el capitalismo, para los trabajadores, la juventud, las mujeres, las minorías oprimidas. Un partido que no sea útil para organizar, ampliar, profundizar las luchas sociales y unirlas en la lucha de clases, no tiene importancia alguna para el movimiento real y la causa de la revolución socialista. En este sentido, y ya lo hemos argumentado en nuestros documentos políticos, concordamos en reconocer la centralidad de la construcción de fracciones revolucionarias en los sindicatos y en los ámbitos del movimiento donde los revolucionarios intervienen, sin las cuales no se puede pretender “llegar a las masas” (no habiéndose arraigado y organizado políticamente en la clase, en sus organizaciones amplias y en los movimientos) a través de perfiles electoralistas y tácticas que se dirigen a formaciones reformistas, e incluso burguesas.

Es justo a partir de una intervención organizada para polarizar sectores de vanguardia en fracciones y tendencias revolucionarias, que los comunistas pueden registrar éxitos crecientes para estimular y guiar la lucha general contra las burocracias del movimiento obrero: contra cada tentativa de someter los sindicados al Estado burgués, contra la tentación sectaria de crear pequeños “sindicatos revolucionarios” como sustituto del partido, para la renovación del cuadro dirigente sindical con el ascenso de dirigentes combativos y representativos de las franjas medio-bajas de la clase trabajadora, a menudo no sindicalizadas o no representadas adecuadamente. Así como reconocemos la necesidad histórica del agrupamiento Intersindical y extrasindical, a través de órganos de auto organización de la lucha y la movilización de los explotados, hechos aún más actuales por la restructuración del proceso industrial, de disgregación formal de los trabajadores entre empresas más chicas y de tercerización, especialmente en países imperialistas como Italia.

Al interior de la estrategia global necesaria a los revolucionarios para desarrollar una praxis científica, también estamos de acuerdo en la recuperación en el plano teórico del patrimonio bolchevique-leninista de la táctica del frente único en sus articulaciones, las cuales lamentablemente han florecido en decenas de parodias oportunistas que trastornan su espíritu y modalidad de aplicación; una recuperación que no sea el simple remplazo de los destinatarios históricos de tal táctica usando categorías deliberadamente abstractas (como por ejemplo el “reformismo” sin alguna especificación histórica, social, económica o política del concepto) para dejar espacio a cualquier política oportunista.

La recuperación del legado de la Cuarta Internacional y la dedicación a la construcción de partidos revolucionarios como secciones de una Internacional proletaria mundial, nos parece también urgente y fundamental a partir de la consideración de que, análogamente a la época post-crisis del 1929, del ascenso del fascismo y de la carrera hacia la guerra mundial, los espacios para soluciones de compromiso, para políticas reformistas, para gestiones pacificas de las contradicciones de clase, se están cerrando progresivamente, dejando el campo al desarrollo de una oleada reaccionaria mundial de gigantescas dimensiones, como producto directo de la crisis del capital financiero internacional, del atraso histórico de décadas del movimiento obrero en continentes enteros, y de la consiguiente ofensiva estratégica, en todos los terrenos, de la burguesía dispuesta a recuperar todas las concesiones de los últimos cincuenta años, y a borrar cuentas más huellas posibles del pasado movimiento obrero revolucionario.

Una época que engendra fisiológicamente polarizaciones políticas y un amplio potencial para un desarrollo en sentido anticapitalista de la conciencia y de la organización de las masas explotadas, y al mismo tiempo, un terreno fértil para la difusión de la ideología “clásica” del capital, es decir la ideología nacionalista ligada a los segmentos nacionales tradicionales de la burguesía mundial: nos parece que estas son las piedras angulares de la nueva “era Trump” que delineáis, y efectivamente Donald Trump como presidente de los EEUU encarna el  espíritu de nuestro tiempo: un bonapartismo débil, empujado por el magma del conflicto de clases en EEUU y de las perspectivas inciertas de la política imperialista norteamericana como potencia imperialista hegemónica planetaria.

Creemos que no es una completa casualidad el hecho de que la primera traducción en italiano de la “Carta abierta para la Cuarta Internacional”, a ocho décadas de su publicación, haya sido realizada por camaradas que han dado vida, poco después, a la FIR: como el hilo de una organización internacional basada sobre el marxismo revolucionario estaba roto, había que reanudarlo; el sentido del objetivo de la “refundación de la Cuarta Internacional” está en la ausencia de una organización de tal tipo que recoja la vanguardia de la clase mundial, y en la incapacidad histórica de los dirigentes del “trotskismo” de llevar adelante un programa y una estrategia, es decir un partido, fiel a los principios políticos del marxismo, capaz de formar una generación de revolucionarios de profesión, de tribunos del pueblo.

A partir de la coincidencia en el comunismo como objetivo de nuestra política, de la dictadura del proletariado como fase inevitable para la socialización de la producción y la desaparición de las clases sociales, de la reivindicación del patrimonio del marxismo revolucionario tal como se ha desarrollado por las cuatro Internacionales y, por lo tanto, de las bases teóricas y del bagaje de experiencias necesarias a trazar una estrategia y a articular todas las tácticas oportunas. A partir de todo esto, creemos preciso encaminar el inicio de una discusión que, a partir de la comparación sobre el análisis de las grandes cuestiones estratégicas que esta época de crisis orgánica del capital ha puesto a la clase trabajadora y a los marxistas, nos permita verificar un proceso de posible convergencia programática y acción práctica común en el panorama internacional de la lucha de clases, como parte de un proceso de discusión y debate más amplio que implique a otras corrientes que reivindican el patrimonio del Programa de Transición, como por ejemplo la “izquierda” del SU constituida recientemente sobre la base del documento “Construir una internacional para la revolución y el comunismo”.

En este sentido, después de nuestra participación como invitados al congreso de vuestra sección del Estado español, la CRT, hemos podido constatar una amplia convergencia estratégica respecto al análisis internacional, al método de elaboración programática transitoria, al perfil organizativo y de intervención política inspirada en la tradición bolchevique-leninista.

Quedamos por lo tanto a vuestra disposición para organizar ante todo espacios de debate internacionalista en el menor tiempo posible.

Saludos comunistas,

Fracción Internacionalista Revolucionaria

Nato a Cesena nel 1992. Ha studiato antropologia e geografia all'Università di Bologna. Direttore della Voce delle Lotte, risiede a e insegna geografia a Roma nelle scuole superiori.